Una de las cosas que más tristeza e indignación me causan es que haya gente que desprecie a Rafaela, Joaquina y Manolo con un triste “para cuatro que van no merece la pena” o peor aún “total para cuatro viejas».
Es como si en esta santa madre Iglesia hubiera que clasificar a los fieles según la alcurnia de sus respectivas parroquias, de forma que, si por ejemplo se pudiesen clasificar las parroquias como hoteles y restaurantes, pero con campanillas, nos encontraríamos con fieles de parroquia de cinco campanillas, que se merecen liturgia cuidada, muchos servicios, calefacción en invierno y buen aire acondicionado en verano, y lomo doblado del señor cura párroco especialmente cuando recibe un sobre con muy sustancioso contenido.
Rafaela, Joaquina y Manolo son fieles de parroquia sin más campanilla que la de la consagración y encima medio averiada. No vamos a compararlos con la señora Muchapástez, don Manuel de Potorruá de la Guindalera, las señoritas de Gómez y Gómez -señoritas aunque pasen de los ochenta- y el grupo de jóvenes de santa Rudegunda, que andan de campanillas sobrados. Son de parroquia de muchas campanillas y muchos cascabeles, tantos como el caballo de Joselito cuando iba por la carretera.
La conclusión es que cuantos más cascabeles más esmero en la atención, y cuantas menos campanillas qué más da, total para cuatro, sin título nobiliario, de pueblo y sin más sobres que los que quedaron de la colecta del Domund, no merece la pena esforzarse.
Esto es muy humano pero muy poco evangélico, porque no hay pastor que se precie, vista de blanco, púrpura o negro común, que no hable con una cierta frecuencia de los últimos, los abandonados, la Iglesia de la periferia o la necesidad de atender con especial mimo a los pobres.
Estoy plenamente convencido de que Rafaela, Joaquina, Manolo y los demás feligreses hoy de Braojos, Piñuécar y La Serna del Monte en absoluto son menos o tienen menos derechos que las señoritas de Gómez y Gómez. Tampoco voy a decir que más, que hartos estamos de decir que todos somos iguales a los ojos de Dios. Tienen derecho a su miércoles de ceniza, veintitrés asistentes entre los tres pueblos, a san José, veinte, y a una semana santa como Dios manda, y nunca mejor dicho, aunque con el truco de ayuda este año que viene de fuera. Benditas familias que me van a acompañar, bendido sacerdote que estará conmigo, porque han entendido lo que es vivir la fe con los últimos.
¿Y cada viernes de cuaresma el viacrucis en Braojos? Claro. ¿Y acude la gente? Siempre hay alguien. ¿Muchos? Este pasado viernes, tres. ¿Y merece la pena? ¿Que pasa, que vamos a exigir un mínimo de asistentes?
Reconozco que a veces resulta agotador celebrar para dos o tres, incluso para una sola persona un domingo. No importa. Rafaela sola en misa tiene los mismos derechos a su misa dominical que los quinientos que van a la parroquia de campanillas de los Muchapástez. Y quien no vea más que a Rafaela debe limpiar las gafas de la fe, porque ahí estaban Jesús, María, los santos, los ángeles. Más aún, me dicen que los ángeles que estaban en La Serna pidieron refuerzos a los que andaban en misa en la parroquia de los Muchapástez: que os vengáis a La Serna, que allí hay mucha gente y aquí solos el cura y Rafaela.
Se levantó una suave brisa en el templo.
Rafaela me dijo: “se ha debido abrir alguna ventana”
Sonreí. Era que estaban llegando ángeles de todas partes. Legiones y legiones. Cosas nuestras. Aunque nos llamen locos.
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Buenos días padre Jorge,
Leo sus sencillas y bonitas palabras que brotan de una profunda ternura para esos sus «cuatro» fieles: Rafaela, Joaquina y Manolo, y
una no puede más que sentir «envidia» de ellos. Ese regalo del cielo de tener a su lado a un sacerdote reflejo de la bondad de Dios por su cercanía a Aquel de quién procede todo bien, siendo además una persona que conoce sus nombres, sus penas y alegrías, sus exitos y fracasos, sus luchas y caídas. Ser ese hombro donde uno quiere apoyarse, esos oídos que escuchan tus miserias, esas manos que reconfortan, esos ojos que se compadecen con los tuyos…..
Damos lo que hemos recibido, y hay quien no puede ver eso porque no conoce el amor de Dios y más triste aún es que no se siente amado. Pues recemos por ellos.
Curiosamente hoy me decía un sacerdote la soledad de que nadie le de esa palmadita de apoyo en las flaquezas y que tanto necesitan también uds. Pero Dios mueve los corazones de todo aquel que quiere recibir su inspiración y siempre habrá alguien que valore ese esfuerzo, esa generosidad…solo que a veces damos por hecho las cosas y no somos capaces de ser agradecidos.
Pues bendito sea Dios que aún hay personas como ud, que aún hay sacerdotes que han comprendido el sentido de su vocación, que son como el Buen Pastor y que lo dan todo, aunque solo sea por una oveja del rebaño. Un abrazo enorme para Rafaela, Joaquina, Manolo y gracias padre a ud y a todos esos sacerdotes que dan sin recibir.
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Padre Jorge , me ha emocionado hasta las lágrimas , que pena que no podamos reforzar a Rafaela …. Yo aunque no escriba mucho , le recuerdo en mis oraciones y le pido al Señor que siempre tenga esa Fe tan grande y que siga con fuerzas para la labor evangélica que está haciendo en los tres pueblos afortunados de tenerle como su Pastor .que el Señor le bendiga siempre !!
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